Fotografía de Dragan*
Hace dos o tres años, mi coche acababa de perder una rueda en un arrozal, y al apearme, ví un billete de mil yen en la cuneta; en ese mismo instante un buey que se había acercado lo pisó; inmediatamente después, vino un campesino detrás del buey, que cogió el billete, lo limpió de barro y lo guardó, mirando de reojo que nadie le viese. Como yo estaba en apuros, no se me ocurrió cogerlo.
Más tarde me puse a pensar en aquel hombre que se había hecho con el billete cautelosamente y se lo había guardado en el bolsillo después de que el buey lo hubiera pisado. Había observado al pasar que su manera de actuar y la rapidez de sus gestos habían cambiado después de su acción; lo más evidente era que ya no se fijaba en mí, mientras que antes de coger el billete me había parecido que se dirigía hacia mí y me miraba, puesto que allí no había nadie más que yo. Después de recoger el billete, quedó como encogido y no vino a ayudarme.
Un buey pisa tranquilamente un billete de cualquier valor mientras que un hombre puede cambiar totalmente con sólo verlo; pues un billete de la cantidad que sea no sirve de estímulo para el animal, pero para el hombre sí. La materia en sí no representa ningún estímulo, es la sensibilidad del hombre la que le da fuerza.
Haruchika Noguchi
Leído en el artículo Taiheki: reacción a los estímulos exteriores según el tipo corporal, publicado en la revista Zensei (1977-1978)
Repasando este artículo de Noguchi Sensei reflexionaba sobre el hecho de que, en toda acción humana siempre hay algo previo que la condiciona. Entiéndase acción en el sentido amplio del término: físico, emocional y mental.
Es fácil observar cómo un mismo hecho produce distintos tipos de reacciones en diversas personas. Puede que ésta reaccione con tristeza, en tanto que aquel rompe a reir. A otro le puede causar indiferencia y a una cuarta un ferviente interés que moviliza tanto su actividad mental que ni siquiera puede deternerla.
Estas diferentes manifestaciones ante hechos similares deja claro que, en sí mismas, las cosas que acontecen en nuestro devenir son neutras. Somos nosotros, a través de nuestra propia sensibilidad, quienes las moldeamos de modo tal que contruimos sonrisas o lágrimas, haciéndo partícipe -además- a nuestro propio cuerpo físico.
Al final, es este pequeño detalle el que condiciona por completo nuestra percepción de la realidad que nos envuelve, convirtiendo nuestra vida en .....
En lo que al camino se refiere, somos los arquitectos de nuestro propio destino, y dependemos e-x-c-l-u-s-i-v-a-m-e-n-t-e de nosotros mismos.
Podemos darle las vueltas que queramos, decirnos que es fácil o difícil, que se puede o no se puede, que depende o no depende.... pero, al final, el trabajo constante (léase técnica) en educar nuestras ideas, pensamientos y emociones carece de valor alguno si, previamente (o al menos al mismo tiempo) no cultivamos y educamos nuestra propia sensibilidad.
Suelo empezar por aquello de: ¿Acaso le falta algo al momento presente?.
Artea
Bonus track.-
Artista: Workbench
Tema: Blue Clouds
Álbum: Satellite (1998)
2 comentarios:
No desprecie la sensibilidad de nadie. La sensibilidad de cada uno, es su genio. Baudelaire
Mucha razón tenía Baudelaire.
Sin lugar a dudas.
Un fuerte abrazo Sylvaine.
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