26 diciembre 2007

Tener... o ser

Manos llenas de amor



Hace semanas que tengo pendiente una cita con la pluma. Este deseo tiene como finalidad poder plasmar en papel mis impresiones sobre el binomio (o si se prefiere, la dicotomía) tener-ser.

Y esta deuda viene a cuento de un anuncio televisivo con el que tropecé -durante unas prácticas de zapping- en uno de esos extraños días en que me atrevo a asomarme a la caja tonta.
A veces -aunque parezca extraño- me intereso de repente por buscar -entre las ondas de alguna de las cadenas que emiten en abierto- algún raro espécimen de documental o película cuya temática y tratamiento merezcan la pena contemplarse.
A veces -aunque parezca extraño- hay algo de inteligencia por ahí... eso sí, convenientemente escondida y fuera de los horarios convencionales.

El anuncio tenía miga.
Una "radiante y exclusiva" marca de relojes -de esos que hay que tener una abultada cuenta corriente para poder adquirir- hacía uso -a través de otros "radiantes y exclusivos" famosos y famosas (que probablemente sí dispongan del necesario capital para invertir en el aparatito en cuestión)- de un mensaje que reza: "no es lo que tengo, es lo que soy".
A golpe de guión estos famosos -seguramente más preocupados por sus honorarios que por el trasfondo del propio texto- trataban de acuñar el subliminal mensaje -en forma de etiqueta de marca- en nuestro subconsciente consumista.



El caso es que el mensaje, más allá de la estrategia comercial de la marca, es de hondo calado en la tradición humanista; incluso más allá de esta última, lo encontramos como dogma formando parte del cuerpo doctrinal de no pocos "sentimientos religiosos".

Claro está que si bien el humanismo (y en su caso el sentimiento religioso) tratan de sintetizarlo como concepción integradora de los valores humanos, parece dudoso que sea ese el objetivo -tanto implícito como explícito- de la marca comercial que corre con los gastos del precitado spot publicitario.

Cada vez que reflexiono sobre el uso de ciertos "valores" en el mundo de la publicidad acabo preocupado por mis propias conclusiones; pues advierto cómo el marketing comercial dispone ya de suficientes estrategias psicosociales como para convertir un concepto -tan íntimamente esencial- como lo es el de "ser" en algo tan absurdo como un reloj, que desde luego -por su precio y exclusividad- parece conveniente que debamos "tener".

Pero... más allá de la trampa que este burdo maniqueísmo de venta tiende a quienes torpemente creen que el "tener" les acabará aportando el "ser", creo interesante que dediquemos alguna reflexión a lo que estos dos términos significan y aportan en nuestro camino de búsqueda de la felicidad.

Hasta donde hoy he andado del camino, tengo la impresión de que no debemos renunciar al "tener". Creo que "tener" es necesario y nos ayuda a vivir mejor. Incluso puede aportarnos condiciones a través de las que acercarnos al "ser".

Pero más bien me parece que la sociedad que hemos creado hace del "tener" su objetivo esencial; confundiendo -una vez más- meta y camino. Hoy en día, y en este teórico mundo civilizado, parece que si "tienes"..."eres algo"; y si "no tienes" -poco importa que sea mucho o nada- eres un donnadie.

La acumulación de bienes, riquezas y posesiones acaba convirtiéndose en algo tan necesario como enfermizo; haciendo del acopio de recursos materiales el fin hacia el que dirigir la mayor parte de los esfuerzos... cuando no todos ellos.
Acabamos transformando en "valor" -normalmente económico- lo que deberían ser "valores" -esencialmente humanos-.

También en el camino he aprendido que si lo que uno "tiene" no sabe administrarlo con desapego y compartirlo, acaba convirtiéndose en una pesada carga que impide alcanzar aquello que, en esencia, uno "es".
Porque en realidad -queramos admitirlo o no, nos guste o nos disguste- no somos otra cosa que nuestros recursos emocionales y nuestra propia madurez personal.
A medida que nos acercamos al final del camino, de nada nos servirá lo acumulado y poseído; pero sí resultará fundamental y decisivo todo aquello que hayamos vivido, sentido y compartido.

Siempre he pensado que mis mejores inversiones son el cariño, el amor y la amistad.
Ni pienso ni me preocupan cualesquiera otras... por mucho que coticen en bolsa.
Siempre he creído que el valor de las cosas es exactamente igual al valor de lo que significan para mí, independientemente del precio que tengan.
Estoy seguro que todo cuanto "tengo" debo administrarlo bajo el punto de vista de lo que "soy".

No agotemos nuestra preciosa vida cultivando -casi en exclusividad- las necesidades y deseos de nuestro propio ego. No convirtamos en fin lo que es un simple medio. No somos el ombligo del mundo.

Caminante...
hoy te propongo comenzar
a cultivar una actitud
que es la más grande y noble
a la que como hombre
puedes aspirar.

Es la de hacer por los demás...
sin pedir nada a cambio.

Solo así podrás llegar a ser lo que eres,
tengas lo que tengas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola:
Reflexionado sobre cosas, titule la entrada ¿Tener o ser? y buscando una imagen, me pareció ideal, llegue a tu entrada, y veo que también viste ideal la foto, la cojo prestada para mi entrada, y te voy a enlazar a mi blog. para leerte y que te lean otros, solo echando un vistazo se ve la profundidad del tuyo.

Saludos

Artea dijo...

Hola Daniel, bienvenido a esta humilde casa.

Comparto casi todo... asi que una foto (que además no es mía) está al alcance de cualquiera.

Celebro que haya sido motivo para provocar tu comentario. Nuestros caminos se han cruzado. Seguro andaremos.

Un cordial saludo. :)