17 enero 2008

Viejas heridas

Corazón herido



Larga su sombra extiende hoy la tarde.
Amanecer oscuro, mañana cautiva;
y con negro semblante sobreviene la noche.

Hoy las gaviotas levantaron el vuelo.
Y negros cuervos vinieron a ocupar su lugar
en primera línea de una playa
ensombrecida por furiosa tempestad,
nacida en el más profundo de los infiernos.

Hay días en que el sol brilla en lo alto,
a pesar del transcurso de las horas,
como si quisiera iluminar con permanencia
el horizonte de un alma limpia.
Pero hoy no era ese día.

Quise reparar ciertas heridas,
pero encontré que abiertas seguían
sobre otras todavía sin cicatrizar.
Tardan en curar las viejas afrentas.

Afortunadamente mi corazón está limpio
y mi mente sosegada.
No importa cuanta sangre vertiré,
transformada quedará en manantial de lágrimas;
el dolor cesará,
y la herida sanará.

Y mi alma se elevará nuevamente,
por encima de las nubes,
en busca de esa gaviota
que siempre sobrevuela
el horizonte del alba.

Artea

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bonitas palabras.

Cierto que el dolor pasa y las heridas sanan... aunque si la herida fue grande, siempre nos quedará la cicatriz. La diferencia es que la miraremos y no sentiremos dolor.

Artea dijo...

Y es precisamente en el proceso de asumir plenamente ese dolor y vivirlo "desde dentro"... que maduramos en lo personal.

Porque son las dificultades las que nos enseñan el camino a seguir.

Ellas construyen el camino y marcan la pauta y los tiempos.

Nosotros lo andamos y lo descubrimos, tanto en los buenos momentos como en los terribles.