Como cada mañana

Como cada mañana
aparté la cortina del salón,
deslicé la puerta del balcón,
y salí al exterior.

Como cada mañana
Verónica estaba acabando,
de poner un cierto orden,
en su hermoso pelo.

Como cada mañana
abrí los ojos e inspiré,
y dejé que el ambiente
me impregnara de su esencia.

Sentí una cierta frescura,
y en un instintivo gesto,
me abracé como queriendo
cobijar mi corazón

Levanté la mirada.
Una gaviota sobrevolaba
un cielo encapotado
alegremente gris.

Un camión de limpieza
lavaba el rostro de la calle,
al igual que yo había hecho
minutos antes con el mio.

También ella resplandecía,
fresca y todavía callada.
Como cada mañana.
Un nuevo día más.

Artea