20 noviembre 2008

Gritos

Grito infantil


¡Pablo!, ¡ostia!, ¡para ya, o te doy un sopapo!.

Me detengo; e inmediatamente me doy la vuelta, al escuchar tras de mi -a grito pelado- semejante cantinela.
Una madre, tirando de la mano de un niño de unos cuatro o cinco añitos; y arrastrando un carrito con otro de más corta edad llorando a grito pelado en su interior.

Pablo debía ser el mayorcito.
A lo que se ve, un poquito hiperactivo. Parece que trataba de ayudar a su madre a empujar el carrito de su hermano por la acera.
A la madre se la ve muy alterada. Anda a toda prisa y su rostro está muy tenso.

Pasa a mi altura y me esquiva velozmente. Doy un paso atrás y le cedo la parte de acera que ocupaba. Solo me faltaba hoy que me atropellara un carrito de bebé.

Continúo andando tras ella hasta que, dada la notable diferencia de velocidad, acaba perdiéndose de mi vista.

Probablemente dentro de unos cuantos años, cuando Pablito pase olímpicamente de ella, se preguntará: ¿porqué tiene que pasarme esto a mí?, ¿habré hecho algo mal?.

Hoy tuvo la oportunidad de responderse, anticipadamente, estas preguntas.
Confiemos en que antes que acabe el día sea capaz de encontrar las respuestas.
Y Pablito no tenga que pasar de ella en pocos años.
Ni su hermano seguir su ejemplo.

Artea.

5 comentarios:

Tormenta. dijo...

Guapoooooooooooooooooooooooooooooooo! jaja, no sabes lo que me alegra estar en tu casa de nuevo, llevo días siguiéndote..jeje, que lo sepas, nunca he dejado de hacerlo, me alegra haber vuelto, de verdad, lo necesitaba.

Un beso, ya sabes, sin prisas!

Anónimo dijo...

Interesante dualidad, el post anterior: Silencio; este: Gritos.

Lo de la educación de los hijos es un tema peliagudo. A mi, hay veces que dan ganas de darle un sopapo, pero a los padres, ¡qué manera de malcriar a sus hijos!

Artea dijo...

Por estas tierras, y en esta casa... siempre es bienvenida una Tormenta.

Celebro leerte de nuevo Esther.

Un abrazote.

Las dos caras de la moneda Lughnasad. Día y noche. Hombre y mujer....

En eso de la educación de los hijos, solo vale el ejemplo. Ellos no aprenden -casi nada- solo con palabras.

Es nuestro sino.

Un saludo.

Toko dijo...

Lo primero que aprende el ser humano es a equivocarse. Y lo suele hacer muy bien.....

en cuanto a lo de aprender de los errores, eso ya es otra cosa... para rectificar un error, primero hay que reconocer que se ha cometido.

Artea dijo...

Cierto.

Y en ello tanto la humildad como la capacidad de autocrítica juegan un importante papel.

:)