09 febrero 2009

Las granadas

Granadas


Un día Nasrudín fue con un maestro para aprender el arte de curar.
Vieron venir a un paciente y el maestro dijo:
-Este hombre necesita granadas para curar.

Nasrudín recibió al paciente y le dijo:
-Tiene usted que tomar granadas, es todo lo que necesita.

El hombre se fue protestando y probablemente no consideró en serio el consejo. Nasrudín corrió a su maestro y preguntó qué es lo que había fallado.
El maestro no dijo nada y esperó a que de nuevo se dieran las circunstancias.

Pasó un tiempo y el maestro dijo de otro paciente:
-Ese hombre necesita granadas para curar, pero esta vez seré yo quien actúe.

Le recibió y se sentaron, hablaron de su familia, de su trabajo, de su situación, dificultades e ilusiones. El maestro con aire pensativo dijo como para sí mismo:

-Necesitarías algún fruto de cáscara dura, anaranjada, y que en su interior contenga granos jugosos de color granate.

El paciente interrumpió exclamando:
-¡Granadas!, ¿y eso es lo que podría mejorarme?

El paciente curó y Nasrudín tuvo una ocasión más para aprender.
El remedio es la mitad de la cura, la otra mitad es la respuesta de aquel a quien se cura.

Cuento sufí

Fotografía de Triboniano

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantan los cuentos sufies, guardo todos cuantos caen en mis manos, y éste no lo conocía...Gracias mil!!!
En apariencia sencillos, pero contienen tanto en su interior...
Éste es uno de los que hay que desgranar (y nunca mejor dicho)...
Abrazos pretos.

Artea dijo...

Bueno, alguno ya ha caido por aquí.
Y muchos otros lo harán, a buen seguro.

Todo cuento encierra en si mismo la semilla de una gran sabiduría.

Descubrir sus claves es, las más de las veces, descubrir las claves de la vida y de la auténtica felicidad.

Un abrazo Susana.

Fenix dijo...

Artea, tu blog es una invitación a la reflexión, un abrazo.

Fenix dijo...

me olvidaba, te invito a pasar por mi espacio www.existirautentico.blogspot.com, saludos.

Sean dijo...

Hola Artea

¿Cómo estás? deseo que bien.

Me ha gustado mucho el cuento y te puedo asegurar que lo he leido más de una vez :D he recordado cuando hace un par de años una amiga me dejó un libro de cuentos y cada uno de ellos encerraba una clave.

Como bien dices todo cuento encierra una gran sabiduría en sí mismo y prueba de ello la entrada de hoy.

Te mando un abrazote bien grande y fuerte.

Cuidate mucho Artea

Artea dijo...

Hola de nuevo Gustavo.

Agradezco tu opinión sobre el sitio.

Toda obra humana lleva en su seno una parte del ser que la crea.
Supongo que este blog, del que tanto he aprendido, debe ser una suerte de apéndice de Artea... a través del cual encuentra un modo -como otro cualquiera- de salir al mundo a caminar.

Y no, no te olvidaste de invitarme a pasar por tu espacio. Ya lo hice, y supongo que iré pasando periódicamente.

Ten en cuenta que el mero hecho de que comentes, logeado con tu cuenta de blogger, ya añade -en cada comentario- un enlace a tu sitio.

Cualquiera al que tus comentarios despierten el interés por conocer tu blog o a su autor, lo tiene fácil.

Un cordial saludo.

Hola Sean.-

Seguramente detrás de cada lobo feroz, caperucita, cenicienta, ogro, príncipe, villano, mago y princesa se esconde -además de un personaje- toda una serie de claves que...trasladadas desde el mundo imaginario al real...pueden ayudarnos a ver las cosas de un modo "distinto" al que probablemente estamos acostumbrados.

Lee un cuento a un niño...y descubrirás en sus ojos las luces y las sombras de todos sus personajes.

Y esos ojos, con el paso de los años, acabarán descubriendo lobos bajo pieles de corderos, viejas hechiceras escondidas en cuerpos de bellas doncellas y verdaderos reyes en cada campesino.

Nos seguimos hablando y abrazando.

Vaya uno bien grandote. :)

Wuwei dijo...

Me ha encantado este cuento sufí, moraleja incluida. Como siempre, muy interesante.

Un fuerte abrazo Artea.

Artea dijo...

Ya sabes Wuwei.... esconden la fragancia de lo eterno.

Un abrazo