23 julio 2008

Tropiezo

Caida


Mismo semáforo.
Verónica y yo esperamos pacientemente, un día más, al muñequito verde.
Una obra, justo al lado, nos mantiene alerta ante la posibilidad de que salgamos del semáforo empapados de barro.
Escucho un alboroto acercarse por detrás.
Tres mujeres de edad avanzada.
Las tres hablando al mismo tiempo, ninguna escuchaba a la otra, aunque todos los presentes nos enterábamos de todo.
Un tono de voz muy alto, como si su propio ruido les impidiera comprender que ni ellas, ni aparentemente nadie de los presentes, estamos sordos.
Una de ellas tira de las otras dos en un gesto inequívoco para atravesar el río de asfalto.
Estas se niegan.
Ella insiste, y en ese preciso instante aparece el muñequito verde.
Sin cesar de hablar entre ellas cruzan apresuradamente el paso de cebra.
Diríase que participan en una carrera contra el reloj.
Su velocidad es muy alta.
La nuestra, desde luego, muy lenta. Siempre acabamos los últimos cruzando la calle.
Van en nuestra misma dirección.
De repente, una de ellas tropieza y cae al suelo.
Las otras dos compañeras la levantan.
Se ha hecho daño en la rodilla, su gesto de dolor es evidente.
Su mano rodeándola trata de calmar el grito que, ahora, lanza su rodilla.
Tuvieron que detenerse las tres.
El alboroto, el tono de conversación tan elevado, las prisas por llegar no se sabe donde... acaban transformadas en una parada obligatoria no prevista en la ruta.
Llegamos a su altura.
Pasamos a su lado.
Nos mostramos dispuestos a prestar ayuda.
No nos necesitan.
Seguimos andando hacia el trabajo.
Estamos cerca.
Podríamos llegar en cinco minutos.
Aunque tardaremos seguramente alrededor de diez.

La tortuga adelantó a la liebre.
El silencio al alboroto.

2 comentarios:

Tormenta. dijo...

Vaya, está claro que cuando las cosas se explican bien.. todo se acaba por entender.. besos niño.

Artea dijo...

Ya lo dice el refrán....

A buen entendedor....

Un beso. ;)