06 septiembre 2010

Dunas, la belleza de lo efimero

Dunas Marcianas 11


Desde siempre las dunas han ejercido un cierto poder de atracción sobre mí; y lo cierto es que no encuentro la razón que puede motivarla.

Quienes me conocen saben de mi pasión por la geología y la paleontología, pero las dunas (en sí mismas un hecho geológico) no acaban de encajar en algo "aparentemente" inmóvil (o pretérito) como puedan ser los estratos o los fósiles.

Mas bien me inclino a pensar que mi fascinación por ellas debe estar relacionada con una admiración similar a la que siento por el arte del ikebana japonés.
Quizás en su simpleza y en su belleza tan efímera y cambiante resida el secreto que hace que sus contornos acierten a captar de inmediato la atención de mis pupilas.

Un nuevo golpe de viento y lo que hasta hace un momento era... ya no es.
Otro contorno se adivina... otra forma fluye.
Y con ella... una nueva belleza y majestuosidad.

Qué extraña magia envuelve el momento presente.

Y estas dunas, tienen una particularidad que las distingue de cualesquiera otras de este planeta.




Y es que son dunas marcianas.

Ya en su día acercaba hasta el blog el sitio de HIRISE, que en aquél momento disponía de unas 8.800 imágenes de Marte en altísima resolución.

Hoy son casi 16.000 las que pueden observarse en su catálogo... y unas 600 de ellas son fotografías de dunas.

Y hasta aquí llegan desde aquellos remotos lares.

Dunas Marcianas 1

Dunas Marcianas 2

Dunas Marcianas 3

Dunas Marcianas 4

Dunas Marcianas 5

Dunas Marcianas 6

Dunas Marcianas 7

Dunas Marcianas 8

Dunas Marcianas 9

Dunas Marcianas 10

2 comentarios:

BEATRIZ dijo...

A mi también me atraen esas bellezas...podría decir que es el movimiento, nunca recto del todo, es más bien un movimiento ondulante, lo que le da una sensualidad inexplicable.

Un placer encontrarte,

Saludos

Artea dijo...

Hola Beatriz, bienvenida al sitio.

Desde luego, si de algo carecen los campos de dunas es de una geometría rectilínea.

Cierto es que sus formas siempre recuerdan la olas del mar, y -de hecho- ya sean de arena o de agua salada, la fuerza que las desata y convierte en algo permanentemente cambiante es el viento.

Y si algo caracteriza al viento es su continuo movimiento.

Así que, en cierto modo, encuentro tus razones para identificarlo con un cierto "aire" de sensualidad.

Desde luego que, si no se alcanza el punto de la tormenta (ya sea marina con mar arbolada, o terreste con sus terribles efectos en las tormentas de arena de los desiertos), la cosa tiene un cierto grado que recuerda tu definición.

Un placer tenerte por estos lares.

Un abrazo.